miércoles, 7 de septiembre de 2011

Crónica de una muerte anunciada Parte V: Cómo ser una oposición política responsable / Liev Vladimir Ramos Cárdenas



La democracia debe proteger el derecho de la minoría política a convertirse en mayoría. El PAN ganó en 2000 y en 2006 porque aprendió a ser oposición, a construir desde los espacios minoritarios que iba obteniendo en los congresos, porque entendió que en una democracia son las minorías las que garantizan el control del poder, las que garantizan la celebración de las elecciones y que los servidores públicos rindan cuentas. No puede haber un Estado o una Constitución que no garantice los derechos humanos y la separación y el equilibrio entre los poderes.

El PAN siendo oposición se constituyó como el freno y el contrapeso de un régimen presidencial, incluso en las épocas de mayor represión y autoritarismo, y desde ese lugar el PAN logró valiosas espacios que el poder ejecutivo tuvo que ceder en aras de alcanzar mayor dinamismo en la función gubernamental, mejores prerrogativas para la ciudadanía y la posibilidad de consolidar una transición democrática por la vía pacífica e institucional.

Dice Jorge Carpizo que: “La democracia no es concebible con la existencia de un solo partido político o de varios, pero en donde únicamente uno tiene posibilidades de obtener el triunfo electoral”. Durante más de setenta años en México, si bien existieron varios partidos políticos, sólo uno tenía reales posibilidades de obtener el triunfo.

Hago este breve planteamiento pues considero que, en un Estado verdaderamente democrático, la transición política que suceda a la contienda electoral, debe estar enmarcada por la legítima y transparente participación de los competidores desde el papel que les haya tocado jugar, esto es, para que un partido que ahora es oposición se convierta en gobierno primero, debió actuar en congruencia con el papel de oposición. Debió haber asumido la responsabilidad de su actuación y no buscar a quien endosar el costo político de las indecisiones, de la inacción.

La estrategia de combate al crimen organizado que ha estado presente en todo el sexenio del Presidente Calderón, es sin duda el mejor referente para lo anterior. Una estrategia de combate que se ha centrado en tres ejes como el mismo Presidente lo ha manifestado en su quinto informe y que a saber, son las siguientes: recomponer el tejido social, construir instituciones sólidas y el enfrentamiento directo a los líderes de las organizaciones criminales.

Desde luego, es una obligación del Estado mexicano, aportar toda su energía y los recursos de los que disponga en tan delicada tarea, nadie puede estar más de acuerdo que hoy día, es indispensable mantener la unidad y la fortaleza de nuestras instituciones para terminar, o en el peor de los casos, para mermar, las estructuras bien arraigadas que tiene en nuestro país la delincuencia organizada.

Sin embargo en esta lucha, que no es la lucha del Presidente Calderón, sino de todos los mexicanos que se consideren a sí mismos hombres de bien, no están todos los que deberían estar.

Ha sido demasiado fácil, para muchos gobernadores esperar la actuación de las Fuerzas Armadas Permanentes en sus estados para evitar correr con el costo político al tomar una decisión tan importante, esto produce políticos que ante el temor de perder puntos en sus encuestas caigan en la pasividad o en la indeseable tolerancia ante la actividad de los cárteles de la droga.

El enquistamiento de la delincuencia organizada como en Nuevo León, Tamaulipas o Chihuahua (por citar sólo los casos donde se ha desatado en forma alarmante la violencia) no aconteció del año 2006 a la fecha, ni si quiera desde el 2000. Son procesos que llevan años de formación, consolidados por la indiferencia o connivencia de las autoridades locales. En esos tres estados, el PRI ha sido gobierno en el plano local, y en el plano federal como oposición no ha sabido estar a la altura de las necesidades de su población. Si el Presidente Calderón no hubiera iniciado esta lucha, seguramente el hampa seguiría dominando en esas regiones con la tranquilidad que caracteriza la conciencia de los justos.

Otro caso que explícita lo anterior tiene lugar en las negociaciones del Presupuesto de Egresos de la Federación, cuya constante desde que el PRI conforma la mayoría en el Congreso de la Unión aun siendo oposición al gobierno federal, ha sido la de pedir mayores recursos para las entidades federativas escudándose en un mal entendido federalismo, sin que tengan que admitir sobre recursos adicionales, mecanismos de rendición de cuentas adicionales. Los trágicos resultados como en el caso de Coahuila y Veracruz, ya han sido objeto de un artículo anterior.

La dinámica de criticar por criticar, de ver la paja en el ojo ajeno sin advertir la viga en el propio, no sirven por mucho tiempo cuando las acciones propias son el arma más letal que nuestros adversarios tienen en nuestra contra. Cuando un partido político que es oposición se mantiene al margen no está construyendo patria, ni abonando a la democracia, está viviendo parasitariamente de los errores que pudiera llegar a cometer el gobierno para usufructuarlos y traducirlos en preferencias electorales. Sin embargo eso no es ser oposición, no en términos de una democracia.

Cómo pretende el PRI regresar al poder en 2012, con el mismo discurso y sus mismos vicios, pero sobretodo sin haber aprendido la lección que en 2000 la ciudadanía le expresó en las urnas, sin haber aprendido a ser oposición en estos once años y desde ahí sumar su esfuerzo al del país entendiendo que eso es lo que se hace en las democracias del siglo XXI, requisito indispensable en una competencia equitativa. Por ello, estamos listos, más listos que nunca.



No hay comentarios:

Publicar un comentario