jueves, 6 de octubre de 2011

La reelección Legislativa


La comisión de Puntos Constitucionales de la Honorable Cámara de Diputados aprobó en días pasados el proyecto de dictamen que elaboró sobre la minuta que en materia de reforma política envío la cámara de senadores desde el 28 de abril de este año, falta ahora que el referido dictamen sea aprobado por las comisiones unidas de Puntos Constitucionales y Gobernación, comisiones a las que fue turnada por la mesa directiva de la Cámara de Diputados para que pueda pasar al pleno y ahí, ser aprobada por mayoría constitucional.

Uno de los puntos en los que el debate se centró fue el concerniente al de la reelección de legisladores. Como se sabe, la reelección legisladores en México ya se encuentra permitida en todos los niveles, el tema es permitir o no la reelección inmediata, cuestión que encontró en su discusión argumentos serios, académicos y concienzudos pero también algunos otros argumentos que tenían que ver más con dogmas o máximas defendidas con tintes fundamentalistas y mal entendidos.

En la comisión de Puntos Constitucionales, el tema de la reelección legislativa no fue incluido en el anteproyecto del dictamen que aprobó esa comisión, sin embargo sobre el mismo tema es necesario hacer algunos comentarios que pueden servir para ilustrar la postura del Partido Acción Nacional:

La reelección legislativa inmediata es buena porque acerca al legislador con su electorado. El tema tiene que analizarse con la siguiente pregunta: ¿A quién representan los legisladores? La respuesta más obvia debería ser que representan a sus electores, a las personas que habitan en sus distritos o circunscripciones electorales, toda vez que al votar por ellos se establece un mandato, una obligación que el elector encarga a su representante a fin de que en el congreso lleve a cabo la defensa de sus intereses. Con la reelección inmediata se acerca más al legislador con sus electores que por una razón natural debería ser la relación más importante antes, incluso, que con las facciones partidistas.

La realidad es que los legisladores en ocasiones se olvidan de sus electores e incluso de sus distritos, la dinámica con la que realizan su trabajo es distinta de aquella que, en origen debía regir su labor, pues en un régimen de partidos como el nuestro las personas que determinan cual será el destino inmediato de un legislador que finaliza su encargo no son sus electores sino las personas que se encuentran en las dirigencias partidistas, de esta forma los legisladores pueden verse tentados a trabajar más en función de los intereses cupulares de sus partidos que en función de sus representados.

La reelección legislativa es buena porque permite un sistema de control, característica imprescindible de todo sistema democrático, mediante el cual, los electores pueden aprobar o reprobar la actividad de un legislador durante tres años con su voto, de esa forma existe una recompensa para aquellos legisladores que hayan hecho bien su labor y en contrapartida, existirá un castigo para aquellos legisladores que no hayan realizado bien su trabajo, con la posibilidad de que difícilmente ese legislador que ya fue reprobado en las urnas intentando reelegirse pueda volver a postularse para un cargo de elección popular, esto sin contar con el estímulo que significará para los electores acudir a votar cuando vean la efectividad de su voto. Es decir, con la reelección legislativa se va consolidando una depuración de la clase política con la cual, el legislador que sirve se queda y el que no, se va.

La reelección legislativa es buena porque permite la profesionalización de los legisladores. Algunos piensan que tres años no es suficiente para tener legisladores de calidad que sepan y entiendan los procesos legislativos y también que tomen el pulso de los problemas nacionales más importantes y que requieren mayor atención, al grado de  que al finalizar el periodo legislativo para el que fueron electos es cuando recién logran los conocimientos adecuados para su labor. La reelección legislativa al generar legisladores de carrera generaría en consecuencia mejores leyes.

La reelección legislativa es buena porque fortalecería al Congreso ante el Ejecutivo. La historia de nuestro país está relacionada con la presencia de un fuerte poder ejecutivo que ha gozado en ocasiones de facultades metaconstitucionales en detrimento del equilibrio de poderes y de la autonomía y facultades de los otros poderes. Antes de la inauguración de los gobiernos divididos que en el año 1997 iniciaron con el primer congreso en el que no había mayoría para ningún partido, la historia del legislativo siempre fue a la sombra del ejecutivo, en ocasiones era una presencia testimonial que no alcanzaba para ejercer de manera soberana sus funciones en la tarea de gobernar. Con la reelección podremos tener diputados que no se encuentren sometidos al Presidente, buscando congraciarse con él a cambio de obtener como premios la inclusión en la administración o en las listas plurinominales del partido que encabece, independientemente del que sea; tendríamos diputados cada vez más independientes, sin miedo a disentir del Presidente o de su partido pues la continuidad en su encargo se deberá exclusivamente a sus electores.

Finalmente es preciso decir que la reelección inmediata en legisladores es buena en la medida en que servirá para desterrar viejos dogmas que nos han atado a un pasado mitificado, se suele utilizar en forma sesgada a la historia aduciendo que en México la reelección ha demostrado ser perjudicial para la vida política, muestra de autoritarismo y caldo de cultivo para dictadores que olvidan el interés del pueblo para favorecer los personales. A ellos es necesario decir, que la reelección de la que se ha hablado es la reelección de los legisladores no del presidente de la República y que ante la historia debemos mantener una actitud abierta, sin fanatismos que nos esclavicen y sin irresponsabilidad hacia el futuro, pues de que otra forma podríamos gozar en México de una figura que ya existe en otros países de Latinoamérica de forma exitosa. Particularmente el PRI ha dicho que los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla, pero se olvidan de mencionar que las condiciones sociales, políticas y principalmente jurídicas son completamente distintas hoy que hace un siglo, que el México en el que se reeligió por casi treinta años Porfirio Díaz es diferente al de hoy día, pues tenemos una Constitución y un Estado de Derecho que privilegia los mecanismos de control, de transparencia en el ejercicio de la función pública y de respeto a los derechos humanos. Pensar que si nos permitimos la reelección inmediata de los legisladores terminará en los mismos sucesos que hace cien años, no sólo significa un desconocimiento de la historia de nuestro país sino además cortar de tajo y negar de un solo golpe los avances que en materia democrática hemos tenido como país. Significa ponerse de lado de aquellos que siempre han visto al pueblo como un sujeto menor de edad que necesita de tutela porque no sabe lo que quiere y porque de permitirse la reelección de los legisladores terminará, por algún dislate imaginativo, aclamando dictadores que lo sojuzgarán.

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